Muchas veces las personas buscan tratamiento específicamente para intentar deshacerse de emociones incómodas, como la ansiedad, el miedo, la ira o la tristeza. Quieren que el terapeuta "quite" o ayude a "desaparecer" las emociones negativas. Sin embargo, deshacerse de estas emociones incómodas no sería muy útil o adaptativo, y de hecho, sería contraproducente, pues todas las emociones, incluso las incómodas, desempeñan papeles muy importantes en nuestras vidas y nos proporcionan mucha información relevante.
Es importante comprender que las emociones no son necesariamente "malas" o "peligrosas", aunque a veces pueden sentirse así. Necesitamos toda la gama de emociones, las "buenas" y las "malas" para poder funcionar en el mundo. Imagina por un momento cómo sería si no tuviéramos emociones…no tendríamos altibajos, pero seríamos como robots, autómatas a la deriva en nuestros días. Ahora imagina cómo sería si solo tuviéramos las emociones "buenas". Sin la capacidad de sentir miedo, ¿cómo sabríamos si nuestras vidas estuvieran repentinamente en peligro?, o ¿cómo podríamos defendernos cuando estamos siendo agredidos, si no sintiésemos ira?
El hecho es que todas nuestras emociones, las buenas, las malas y las "feas" nos dicen cosas muy importantes sobre lo que está sucediendo en nuestras vidas. Nos ayudan a navegar por nuestro mundo y nos motivan a hacer cosas que son beneficiosas o útiles para nuestra supervivencia.
Nuestras emociones nos indican que debemos poner en marcha comportamientos específicos, que llamamos "comportamientos impulsados por las emociones", que a menudo son automáticos, adaptativos y nos ahorran energía: así pues, sentimos algo y hacemos algo en respuesta de forma automática.
Veamos algunos ejemplos de cómo funciona este sistema, analizando la definición y función de lo que tradicionalmente podríamos considerar como las emociones "malas".
Miedo
El miedo es el sistema de alarma de la naturaleza. Es una respuesta básica al peligro y señala la necesidad de actuar y/o atender a algo de forma inmediata. Echemos un vistazo a cómo el miedo podría ser útil.
Imagina que estás cruzando la calle con un amigo. De repente, un carro viene pitando y directamente hacia ti. Sin pensarlo, saltas a la acera y jalas a tu amigo para que se aleje del carro que se aproxima.
En esta situación, está claro que el miedo te motivó a escapar de la situación más rápidamente de lo que podría haber sido te hubieras detenido a pensar en ello, y es el miedo lo que te mantuvo a ti y a tu amigo con vida. Estas son reacciones naturales, y con frecuencia ocurren de manera automática e inconsciente. Imagina lo que hubiera pasado sin la sensación de miedo o la respuesta automática a él. Es posible que no hubieras registrado que estaban en peligro, y sin ese comportamiento automático impulsado por la emoción tendrían que haber debatido sobre qué hacer a continuación, pudiendo ser atropellados antes de poder tomar una decisión. Entonces, como podemos ver, la incómoda o "mala" emoción del miedo es en realidad un mecanismo de protección para evitar que nos lastimemos.
Tristeza
La tristeza o la depresión es una de las emociones más rechazadas. ¿Cuántas veces has escuchado a alguien decir "anímate" o "no estés triste"? Sin embargo, la tristeza también cumple una función importante en nuestras vidas.
La tristeza es abatimiento extremo, melancolía y una sensación de desesperanza y/o incapacidad para hacer frente a uno mismo. Es una respuesta natural a lo que percibimos como una situación incontrolable o una pérdida (por ejemplo la pérdida de un ser querido, o un problema personal para el que no encontramos soluciones obvias).
La tristeza Indica la necesidad de retirarse o reducir la actividad que estamos haciendo para que se produzca el luto, se puedan reunir los recursos y se pueda procesar el evento de manera apropiada. También funciona como una importante señal social, que suscita la ayuda y el apoyo de los demás. Veamos otro ejemplo para ver cómo la tristeza puede ser útil:
Imagina que descubres que un amigo o familiar muy cercano ha fallecido. Probablemente sentirás una tristeza intensa y una gran sensación de pérdida. También es probable que sientas que no tienes energía y que te resulta difícil concentrarte en cualquier cosa, excepto en los pensamientos desorganizados de tu ser querido y en cómo enfrentar la situación. También es posible que te sientas adormecido y que la pérdida no la hayas procesado.
Estas son las respuestas típicas ante una tragedia o un evento traumático. Como resultado, es posible que descubras que no puedes hacer mucho más que centrarte en la pérdida y tratar de encontrar formas de enfrentarla. Otros pueden captar tu tristeza, pérdida de energía y desorganización, y acudir para ayudarte en lo que necesites durante el tiempo que lo necesites. Este apoyo puede a su vez ayudarte a recuperarte y volver a administrar tu propia vida más rápidamente.
Una vez más, nuestras emociones nos dan información sobre nuestra situación y nos ayudan a hacer algo útil para ella. La tristeza nos indica que debemos enfocarnos en algo que es importante para nosotros, y dejar de lado otras cosas para que podamos "enfrentarnos" con una pérdida y reunir fuerzas para seguir adelante. La tristeza también señala a los demás que podemos necesitar apoyo y consuelo, para que podamos tener tiempo y recursos para curarnos. Así que, nuevamente, la incómoda o "mala" emoción de la tristeza cumple una función importante en nuestras vidas.
Ansiedad
La ansiedad, como la tristeza, es otra emoción que a menudo se nos dice que no sintamos. Sin embargo, la ansiedad también tiene un lugar importante en nuestras vidas y cumple una función muy importante. La ansiedad es un estado que nos permite orientarnos hacia el futuro.
El propósito es permitirnos estar listos para enfrentar eventos potencialmente negativos o peligrosos. Indica la necesidad de reducir la actividad y reenfocar la atención en posibles fuentes de peligro o amenazas futuras, con el fin de protegernos. Cuando nos sentimos ansiosos, nuestros cuerpos y mentes entran en un estado de vigilancia y "preparación" para que no nos tomen por sorpresa si algo malo sucede. Esto nos permite ir pensando en posibles salidas o alternativas de solución.
Imagina que tienes una gran presentación en el trabajo o en el colegio, la cual será muy importante para tu ascenso. Naturalmente, empiezas a pensar en ello más a menudo a medida que se acerca la fecha, e incluso puedes comenzar a sentirte ansioso. Entonces, comienzas a investigar un poco más sobre el tema, tal vez incluso trabajes hasta tarde para asegurarte de haber recopilado toda la información que necesitas. Preparas la presentación y la practicas varias veces. Incluso anticipas algunas de las preguntas que las personas podrían hacerte, para saber cómo responder. El día de la presentación, puedes levantarte más temprano de lo habitual, ponerte tu mejor ropa y repasar la presentación nuevamente.
Una vez más, vemos que la incómoda emoción de la ansiedad tiene un propósito muy claro aquí. Te motivó a anticipar posibles eventos negativos (por ejemplo, preguntas difíciles de la audiencia) para poder prepararte y estar listo para responder a ellos, y para enfocar tu atención en el tema que te estaba causando ansiedad.
Rabia
La ira es una respuesta natural cuando percibimos que algo es injusto, o que alguien nos lastima intencionalmente, nos maltrata o victimiza. Señala la necesidad de aumentar la actividad y movilizar esfuerzos para defenderse a uno mismo o a un ser querido.
La ira a menudo se dirige a lo que consideramos es la fuente o la causa de la amenaza percibida.
Imagina que descubres que tu empresa de servicios públicos te ha estado cobrando tarifas adicionales por servicios que tú no contrataste. Cuando llamas a la compañía de servicios públicos para obtener una explicación, el representante de servicio al cliente te dice que estos cargos adicionales han comenzado a incurrir en recargos por demora, y ahora se espera que pagues a la empresa una gran cantidad de dinero (dinero que además de que no tienes, es necesario para pagar la comida y el alquiler de tu familia). Enojado exiges hablar con el gerente de servicio al cliente, pides una explicación y exiges que se reviertan los cargos.
En este caso, la emoción de la ira es una forma adaptativa de señalar a la otra persona que te ha frustrado, transgredido u "ofendido" de alguna manera. Hablar enérgicamente con el representante de servicio al cliente es una forma de comunicar esta ira, de modo que (con suerte) el representante reconozca que se ha cometido un error y solucione el problema.
Aunque no siempre expresamos enojo gritando, el enojo es una emoción muy importante a la que prestar atención, ya que te indica la necesidad de tomar medidas para defender algo de valor que sientes que está siendo amenazado, o para evitar que alguien te maltrate, o en general, situaciones que te causen daño.
En definitiva, las emociones son útiles, nos informan y motivan nuestro comportamiento.
Ahora bien, la verdad es que si bien estas emociones son todas adaptativas en el curso normal de la vida, a veces podemos experimentar estas emociones como demasiado intensas, incontrolables y/o que suceden en la situación incorrecta o en el momento equivocado. Es aquí cuando las emociones dejan de ser una emoción "normal" para convertirse en un trastorno. Si crees que es tu caso, no lo dejes pasar ¡busca ayuda!
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